Investigamos y promovemos el acercamiento entre las culturas catalana y americanas, dándolas a conocer al público en general.

El archivo fotográfico de Sert sale a la luz

Teresa Sesé
La Vanguardia


Recreaba escenas con figuras de belén, juguetes, animales disecados, caracolas... El pintor tomaba imágenes de los teatrillos para realizar los bocetos posteriores Las fotografías pertenecían al álbum de su ayudante, Leonard Manzini

Las espaldas ligeramente cargadas. Cráneo inolvidable: calvo, barba, sal y pimienta, color general rubio espeso con un reflejo de zanahoria, facciones un poco voluminosas, llenas, rebosantes de avidez y vitalidad, una mezcla rara, como pocas veces me ha sido dado ver en un hombre, de cazurrería, de refinamiento, y de agudeza, de sensualidad, de curiosidad y de ordinariez. He aquí un tipo –pensé in mente– que vale realmente la pena”, escribió Josep Pla, a propósito de Josep Maria Sert (Barcelona, 1875-1945), en uno de sus homenots. Pla lo había visitado en 1920 en su taller de la calle Barbet de Jouy, en París, apenas unos meses antes de que se trasladara definitivamente al que el pintor mandó expresamente construir en Ville Ségur, mucho más amplio. Aun así, Pla exclama: “Tras cruzar un pequeño hall se entraba en un gran tinglado de cristales en el que hubieran cabido dos docenas de talleres de pintores corrientes de París. ¡Impresionante taller!”. Luego se detiene en una descripción minuciosa de lo que allí ve, consciente de ser uno de los poquísimos escogidos a los que Sert abrió las puertas de su estudio. Un mundo celosamente guardado que ahora, gracias al hallazgo del archivo fotográfico del que fuera su modelo, el italiano Leonard Manzini, deja a la intemperie no sólo el fascinante proceso de trabajo de Sert, sino también su asombrosa modernidad como fotógrafo.

Sert abandona Barcelona en 1889 y viaja a París. Tiene 25 años, es rico, así que se permite instalarse en el lujoso estudio-vivienda al que aludía Pla, y el éxito se le aparece a la vuelta de la esquina. Recibe numerosos encargos de aristócratas de la época, y en la década de los veinte inicia un ritmo de trabajo trepidante. La catedral de Vic, de la que hizo el motivo central de su vida artística, el Waldorf-Astoria de Nueva York... Se dice que a lo largo de su vida su producción sobrepasaría los 7.000 metros cuadrados. ¿Cómo acometía tales empresas? Sert contaba, por supuesto, con un ingente equipo de ayudantes y colaboradores. Pero utilizaba además un método insólito. Antes de coger el pincel, construía delirantes escenografías en las que recreaba las escenas que imaginaba con la ayuda de figurillas de belén, animales disecados, juguetes, caracolas, maderas, objetos de desecho, maniquíes de madera ataviados con vestidos estrafalarios –tenía una costurera que se encargaba específicamente de este trabajo–, libros, abalorios y exóticos souvenirs, figuras de porcelana... Teatrillos por los que campaban a sus anchas princesas y trombonistas negros, enanos y forzudos, campesinas y saltimbanquis, monjas y piratas, acróbatas, castellers y vengadores de la patria. Una vez satisfecho del resultado, el artista tomaba fotografías que serían la base para la realización de los bocetos y maquetas posteriores.

“Son fotografías de una extraña belleza que explican su método de creación, basado en un continuo transformismo, y que de alguna manera recuerdan movimientos artísticos que vendrían después, como el dadaísmo o el arte povera”, apunta la historiadora María del Mar Arnús, comisaria de la exposición Josep Maria Sert. L’Arxiu fotogràfic del model, que el próximo jueves abre sus puertas en Arts Santa Mònica. Se trata de un conjunto extraordinario –la mayoría inédito– que perteneció a Leonard Manzini y que un coleccionista catalán adquirió en una subasta. Pero ¿quién era el tal Manzini? Lo vemos una y otra vez en las imágenes adoptando posturas imposibles, replegando su cuerpo desnudo para un estudio sobre Los triunfos de la humanidad, el mural del vestíbulo del Rockefeller Center de Nueva York, manteniendo el equilibrio apoyado sólo en el codo izquierdo y con la pierna derecha apuntando al cielo o encaramado en una cruz, prefigurando del Cristo de la capilla del Palacio de Liria, la residencia madrileña de los Alba. Poco más se sabe de él. Ayudaba a Sert en el laboratorio fotográfico, en el taller de carpintería –donde construían las maquetas para situar los grandes murales en su contexto, acomodarlos a su arquitectura y dimensiones–, en la preparación de pinturas y, también, posando como modelo.

“Sert es un artista muy conectado a su tiempo, muy aficionado a la fotografía –a menudo iba provisto de una cámara–, que se sirve de ella para agilizar las durísimas sesiones de pose y al mismo tiempo como método de estudio, para conocer la expresión del cuerpo, la perspectiva...”, añade la especialista María del Mar Arnús, quien junto a su marido, Francisco de Sert, conde de Sert, ya comisarió la gran exposición de 1987 que se inauguró en el palacio de Velázquez del Retiro de Madrid y al año siguiente viajó a las Reials Drassanes de Barcelona. Algunas de estas fotografías pudieron verse entonces, aunque de manera muy residual.

En su biografía sobre el artista, El mundo de José María Sert (Anagrama), Francisco de Sert, sobrino del pintor, ya advierte de su afición a la fotografía, que practicaba también en su vertiente de coleccionista: “Los viajes fueron para Sert una necesidad, fruto mayormente de su curiosidad por todo, curiosidad fundamentalmente visual. De ahí su pasión por la fotografía”. Y también de la singularidad de su taller, “heredero de los grandes maestros del pasado, al mismo tiempo moderno, al incorporar la fotografía, sin desdeñar ninguno de los adelantos del siglo en la fase previa a la realización de la obra”. Para la comisaria, estos trabajos fotográficos , su belleza formal y la audacia de los encuadres, los picados, la fragmentación de los cuerpos “nos revelan una modernidad experimental que contrasta con el anacronismo de los temas de sus pinturas (religiosos o alegorías universales) y descubren a un artista mucho más importante y de lo que pensábamos”.

Como muchos pintores, Sert no utilizó la fotografía como materia artística en sí misma. Recreaba y construía a través de ella sus fantasías, pero sin duda le ayudó a “configurar una nueva forma de ver”, apunta por su parte el especialista Juan Naranjo. La galería Michèle Chomette de París ya realizó en el 2009 una exposición sobre el Sert fotógrafo, pero centrada únicamente en sus estudios con modelos. Lo que ahora se muestra en Santa Mònica es una parte de las 150 imágenes que conservaba Manzini.

“Sert fue el último gran pintor del siglo XX caído en desgracia, de la fama al olvido”, opina Vicenç Altaió, el director del centro, que señala la enorme complejidad del artista y sus contradicciones con el tiempo que le tocó vivir. Considerado uno de los grandes muralistas del siglo XX, caminó siempre al margen de las vanguardias, pero se casó con una de sus musas –Misia Godebskaba– y mantuvo una estrecha amistad con Proust, Colette, Valéry, Gide y Cocteau. Trabajó para los grandes aristócratas de la época (Rockefeller, Thyssen o la princesa de Polignac). Coqueteó con las drogas e hizo de la Catedral de Vic el motivo de su vida artística (ardió tres días después de iniciarse la guerra y no cesó en su empeño hasta verla reconstruida en 1945, año de su muerte); convirtió el Mas Juny en el escenario más cosmpolita de la Costa Brava (por ahí pasaron desde Coco Chanel o Marlene Dietrich o Paul Morand) y tuvo una intensísima vida amorosa. Cuando murió, llevaba colgada al cuello su amuleto: una gruesa cadena de oro con la inscripción ferroviaria: “E pericoloso sporgesi”.

Acto de entrega del Premio Internacional Linguapax 2011 y presentación del informe Linguapax Review

Lugar: Palau Moja. Saló del Vigatà (Carrer de la Portaferrissa, 1)
31 de maig. 19:00h.

Organiza:
Linguapax y Centre Unesco de Catalunya

LLIURAMENT DEL PREMI INTERNACIONAL LINGUAPAX 2011 al professor Ganesh N. Devy (Índia) i al Centre Indígena d'Investigacions Interculturals de Tierradentro (Colòmbia)

* Ganesh Devy (1950), és un reconegut activista de la defensa i la promoció de les llengües locals i els drets dels pobles indígenes (adivasis) i les comunitats nòmades de l'Índia, especialment del Gujarat.


* Centro Indígena de Investigaciones Interculturales de Tierradentro, del Consell Indígena Regional del CAUCA (Colòmbia). Es tracta d'un espai de trobada i reflexió creat pels 24 capítols de Tierradentro amb la finalitat d'impulsar, acompanyar i desenvolupar processos de recerca i formació comunitària des del context educatiu autòcton (marc etnoeducatiu). El CIIIT forma part de la Universitat Autònoma Indígena Intercultural (UAIIN), proposa programes d'estudi i estableix convenis de cooperació tècnica, acadèmica i científica amb altres institucions. El seu compromís és participar en la defensa integral del territori mitjançant la promoció del reconeixement i la recreació de les epistemologies pròpies de les comunitats.

PRESENTACIÓ DEL LINGUAPAX REVIEW 2010

* Estructurat en dues parts, presenta una breu història de Linguapax en la primera part i, a la segona, una panoràmica de l'estat de les llengües a diferents regions lingüístiques, amb una mirada als esforços de revitalització lingüística i el seu impacte a la vida de les persones.

Intervindran en l'acte:

* Josep Cru, secretari de Linguapax
* Alícia Fuentes-Calle, cap del departament de Diversitat Lingüística d'Unescocat - Linguapax
* Miquel Àngel Essomba, president de Linguapax i director del Centre UNESCO de Catalunya
* Jordi Porta, president del Centre UNESCO de Catalunya

Es prega confirmació a: info@linguapax.org
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Las Barcelonas de Juan Gabriel Vásquez

Un recorrido por la capital catalana, donde vive hace 12 años
Por: Andrés Ramírez Mejía/Barcelona
El Espectador

El escritor colombiano lanzó este sábado en la Feria del Libro de Bogotá la novela con la que obtuvo el Premio Alfaguara 2011, titulada 'El ruido de las cosas al caer'.


Es viernes. Son las 3 de la tarde y aunque hace un poco de frío, el sol primaveral empieza a calentar el ambiente de las calles. En la plaza del Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Cataluña) hay gente de todo el mundo. Turistas y residentes que cumplen con el sagrado mandamiento de perderse por las calles de Barcelona.

Juan Gabriel Vásquez es uno de ellos, aunque lo deje para más tarde. Por ahora sólo quiere internarse en el interior de la librería Central del barrio El Raval, contigua al museo. En el recinto no es el flamante escritor que ganó el Premio Alfaguara de Novela. No es el autor que ha sido entrevistado por un sinnúmero de periodistas. En la librería es el lector voraz que compra una vez más El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald. “Es uno de mis libros fetiche. Tengo más de cinco ediciones del texto”, confiesa.

La librería es uno de sus lugares preferidos, un sitio por el que se siente hipnotizado y perderse por las calles de Barcelona es uno de sus rituales. Ya son 12 años de vivir en la ciudad condal. Lugar en el que escribió todos sus libros. Hogar de su esposa y sus dos hijas, así que es un hecho, Vásquez transpira la ciudad por sus poros. La Barcelona del escritor bogotano son varias Barcelonas dilatadas en el tiempo. Una especie de matrioska que contiene la Barcelona de la Barcelona de la Barcelona. En el trayecto que separa al Raval de la Rambla, unos cinco minutos caminando, el autor recuerda las razones por los cuales decidió asentarse en la capital de Cataluña. “Elegí la ciudad por dos motivos. Tiene una industria editorial fuerte y al llegar mi principal objetivo era ganarme la vida por medio de los libros”. Así lo hizo, el bogotano trabajó como traductor para diferentes editoriales, como crítico literario para publicaciones culturales y de profesor. La otra razón es de orden romántico. “Siento que la ciudad acoge a los escritores latinoamericanos. García Márquez, Vargas Llosa y José Donoso, entre otros, estuvieron aquí”.

La Rambla es un hervidero: estatuas humanas, paquistaníes vendiendo chucherías, ladrones y turistas, más turistas. Vásquez va del presente al pasado como en un juego literario. La Rambla es sólo un espacio por el que camina. Sin embargo, con sus palabras evoca una Barcelona que dejó de existir, o mejor, que sólo existe en sus recuerdos. “En mi primer año en la ciudad casi no salía. Hubiera podido estar en cualquier parte del mundo. En esta etapa escribí Los amantes de todos los santos, un libro de cuentos que sin ser autobiográfico rememora mi estancia en París y en las Ardenas belgas.

“Los relatos cuentan historias de amores tristes y se desarrollan en ambientes grises e invernales. Recuerdo que una de mis rutinas al escribir era escuchar una y otra vez Eleanor Rigby, una de las canciones más tristes que se han escrito y que asocio con mi estado mental de la época”. Trabajar en la revista literaria Lateral le hizo tener otra percepción de Barcelona. “Dos años después la ciudad cobró sentido. Empecé a entenderla y a relacionarme con ella de una manera directa. La ciudad se me abrió. En la revista conocí a escritores como Mathias Enard y Jorge Carrión, que con el paso del tiempo se han convertido en cómplices literarios. Fueron años que recuerdo con mucho cariño porque estaba escribiendo Los Informantes, novela que sentía, iba a ser importante para mi carrera como escritor”.

Vásquez camina sin prisa y observa el entorno. Se interna por un callejón que va directo a otro de los corazones de Barcelona, el Barrio Gótico. Este es uno de los sectores más antiguos de la ciudad. Una especie de laberinto compuesto por plazas, callejones y joyas arquitectónicas como la iglesia de Santa María del Mar. En este punto del trayecto el escritor rememora otra de sus Barcelonas, la de la etapa de escritura de Historia secreta de Costaguana. “El proceso creativo de la novela está asociado con el nacimiento de mis hijas, de hecho, el libro está dedicado a ellas. Costaguana tiene que ver con un cambio absoluto de prioridades y maneras de organizar mi vida. En esta instancia ya tenía una relación estrecha con la ciudad”.

Su Barcelona de aquella época tiene que ver con su consolidación como narrador, con sentirse conectado con la ciudad de una manera profunda. “La ciudad tiene una cosa muy particular. Con el tiempo uno se termina convirtiendo en un escritor de Barcelona a pesar de la nacionalidad. Es decir que en los círculos culturales te terminan identificando como un escritor de Barcelona, así no escribas de la ciudad. En ese sentido la capital de Cataluña es incluyente. Tradicionalmente Barcelona ha estado abierta a los intercambios culturales. Tal vez por su tradición de izquierda, porque se habla otra lengua y porque en el época de Franco fue la antítesis de una Madrid más cerrada. La vida cultural de Barcelona impulsó cambios muy profundos en la democracia española a partir de la muerte de Franco y en parte la gauche divine fue la responsable”. El recorrido continúa. La parada final es la casa donde, dicen, no se sabe si por una estrategia turística o porque ocurrió en la realidad, vivió Miguel de Cervantes. Lo cierto es que el edificio está ubicado en el número 2 del Passeig Colom. Al llegar al lugar, Juan Gabriel Vásquez se queda observando la placa incrustada en la fachada del edificio donde se lee que el escritor de Don Quijote pasó allí una temporada. La Barcelona actual de Vásquez es una ciudad amable, a la que le debe mucho, según dice. “Barcelona es una ciudad que respeta la intimidad, que no se le mete a uno en la vida, que permite con mucha facilidad que uno proteja el tiempo de escritura y si uno quiere puede vivir absolutamente al margen de todo”. Tal vez esa es la nueva cara de Barcelona con la que el narrador bogotano se va a encontrar. El rostro que le permita escribir su siguiente novela para seguir consolidándose como uno de los escritores más importantes de la nueva generación de narradores colombianos. Vásquez se despide con la amabilidad de la que ha hecho gala mientras caminamos por las calles de Barcelona. No va a hacer otra entrevista, ni a preparar una de sus conferencias. Sus gemelas lo reclaman como padre.

Bicentenario en la U Católica de Paraguay: homenajes, memoria y valores

Especial Bicentenario

La Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción” organiza diversas actividades académicas para conmemorar el Bicentenario de la República. El viernes 29 de abril se lleva a cabo un acto de homenaje a docentes y funcionarios. Entre otras cosas se prevé un seminario sobre la historia y el perfil de "héroes civiles" del Paraguay.

Una serie de actividades académicas para conmemorar el Bicentenario de la República organiza la Universidad Católica de Asunción, con el objeto de reunir a la comunidad académica en torno a la reflexión sobre la memoria y los valores patrios.

Las agenda arranca el jueves 29 de abril de 2011, a las 19.00, con un acto de homenaje a docentes y funcionarios jubilados, en el aula magna de la Sede Central (Independencia Nacional y Comuneros). En la ocasión, actúan Juan Cancio Barreto y Alejandro Cubilla y su banda Koygua.

El martes 3 de mayo, a las 19:00, en el aula magna, se inicia el seminario “Bicentenario, historia de héroes civiles y valores”, bajo la coordinación conjunta de Fundación en Alianza, Centro UNESCO Asunción y la Universidad Católica / Campus de Asunción. En la ocasión, Ana Barreto diserta sobre “Juana María de Lara, patriotismo”. La inscripción se realiza al tel. 222215.

Del lunes 9 al viernes 13 de mayo, se realizan visitas guiadas a la sede histórica de la Universidad Católica, con la participación de estudiantes secundarios y universitarios. Las reservas para visitas se hacen con el Prof. Francisco Assereto, teléfono 441044.

La agenda de actividades continúa con el Seminario Bicentenario, el martes 10 de mayo, 19:00, en el aula magna, ocasión en que la Prof. Beatriz González de Bosio se refiere a “Eligio Ayala, inteligencia”. El martes 17 de mayo, a la misma hora, se realiza la conferencia sobre “Ramón Indalecio Cardozo, equidad”, a cargo de la Dra. Carmen Quintana - Horak.

El miércoles 18 de mayo, 19:00, en el aula magna, Mons. Ignacio Gogorza, gran canciller de la Universidad, ofrece la conferencia “Perfil apostólico de Su Santidad Juan Pablo II”, en coincidencia con la beatificación, cumpleños y presencia del Papa en el Paraguay.

El Seminario Bicentenario cierra el martes 24 de mayo, 19:00, en el salón auditorio “Dr. Adriano Irala Burgos”, de la sede La Providencia, con la disertación sobre “Carmen Casco de Lara Castro”, a cargo de la Abog. Pilar Callizo.

El viernes 27 de mayo, 19.00, se lleva a cabo la conferencia magistral “El rol de la iglesia católica en la construcción de la Identidad del Paraguay”. En la ocasión, se dará a conocer el ganador del concurso de historia y se presentará un disco con músicas alusivas al Cincuentenario de la Universidad Católica.

Estas actividades conmemorativas fueron declaradas de interés académico e institucional.

Consultas y confirmación:
Vicerrectorado Académico, tel. 498811
Secretaría General, tel. 494249
Relaciones Públicas, tel. 445245
Centro de Comunicaciones, tel. 334650, int. 208


Sergi Marzàbal, creador de 'Catalans al món': "Los casales catalanes están desfasados, hechos para el siglo pasado"

Entrevista de Patrícia Ventura P
La Vanguardia


Todo empezó cuando Sergi Marzàbal, webmaster de profesión, se trasladó a Dublín y creó
Catalans a Dublín, el embrión de Catalans al món, una web que cuenta ya con miles de usuarios, está presente en 117 lugares alrededor del mundo y tiene como principal función poner en contacto a catalanes que viven en el extranjero. Una amplia red a través de la que se pueden consultar noticias de distintos países, averiguar en qué locales de los enclaves más recónditos del planeta se emiten los partidos del Barça o se cuelgan posts y enlaces para compartir información que puede resultar útil a todos aquellos que desean conectarse entre sí en su idioma pese a vivir lejos de casa. Internet acorta distancias y Sergi aprovecha todo este potencial en su proyecto.

Qué echabas tanto de menos que te empujó a crear Catalans al món?
Vivía en Dublín y extrañaba sobretodo hablar en catalán. Al crear la primera web solo conocía a cuatro personas pero teníamos que ser más para que funcionara. Quedábamos par ver partidos de Barça.

O sea que el Barça tuvo un papel importante
Sí lo tuvo. Si quieres encontrar catalanes en cualquier país, ponte una camiseta del Barça. No serás del Espanyol, no?

Así que conseguiste lo que echabas de menos
Sí, pero es delicado porque al vivir en el extranjero quieres integrarte y corres el peligro de montar un guetto de catalanes porque es lo más cómodo. Siempre lo he intentado evitar.

¿Cómo?
Incluyendo a la gente del lugar en tus planes y proyectos. ¿Sabes que el presidente de la penya blugrana de Dublín es irlandés?

¿Tenéis relación con los casales catalanes?
Es una institución venerable pero para mí está desfasada. Los casales están hechos para el siglo XX. No tengo nada contra los casales y de hecho hay algunos que tienen contacto con nuestra web. Antes era la única forma de coincidir pero con internet las distancias se han acortado mucho, los casales no se han adaptado y ponerse en contacto a través de la web es mucho más fácil.

¿Cómo llegas crear las 117 webs que componen Catalans al món?
Después de llegar a los 1000 usuarios en Dublín una persona me propuso crear otra web en Berlín y eso hizo que se me encendiera la luz. Monté la de Berlín y las uní en una sola a partir de la que se acabó creando la red que es ahora.

¿Cuánto tardas en crear una web?
Una hora

¿Cómo se financia el proyecto?
Lo asumo yo de momento pero a veces supone un problema y por eso busco formas de financiación

¿Por qué has aceptado asumir este gasto hasta ahora?
Pedir dinero a la gente no funciona. Si tienes que montar una cena o cualquier cosa con dinero de otras personas al cabo de poco tiempo tienes a casi todos enfadados y por lo poco que podía pedir, prefiero asumirlo yo, tener el control e intentar lograr financiación por otros medios, y eso no pasa por pedírselo a los usuarios.

¿Cómo coordinas el contenido?
Hay editores. La última web que me pidieron fue en Singapur. Encuentran Catalans al món por los buscadores porque está bien posicionado -en catalán es más fácil posicionar- y entonces se ponen en contacto. A partir de ahí este editor pasa a hacerse cargo del contenido relacionado con su país.

Una red tan amplia deber dar lugar a muchas anécdotas
Fliparías con los mails que recibo: “Hola, soy un pastor de cabras y necesito ir a Sidney”.

O sea que te contactan antes de viajar a un país
Sí, tanto particulares como medios de comunicación. Una vez me localizaron los del programa Afers Exteriors de TV3, para dar con catalanes del lugar. Yo les pedí el mail a mis usuarios y una vez obtuve su permiso, lo facilité a TV3.

Has creado una gran comunidad
Cada vez somos más y coordinar la comunidad se parece bastante a llevar una constitución virtual. Quién tiene derecho a formar parte de Catalans al món? Quién es catalán? Hay que marcar reglas porque también hay gente que no se sabe comportar. No siempre es agradable. Nos enteramos de muchas cosas, por ejemplo supimos que los catalanes que estaban en Japón tras el terremoto no recibieron ninguna ayuda de la embajada, todo lo contrario que los de otros países. A los franceses les enviaron 12 mails en los días que siguieron al seísmo dándoles información detallada sobre los pasos a seguir. A los españoles no se les dijo absolutamente nada durante toda la semana siguiente al desastre.


La Nueva York de Pla

A los 30 años de su muerte, su viaje a la Gran Manzana es una guía de usos y costumbres

Francesc Peirón | Nueva York
La Vanguardia

Un curioso como Josep Pla, gran viajero internacional pese a tocarse con boina, dejó escrita su primera emoción. “Me doy cuenta de que hoy es el día de mi vida que he visto más cosas”.

¿Qué le había pasado, dónde y cuándo? Sucedió el 19 de agosto de 1954, horas después de desembarcar en Hoboken, en Nueva Jersey, y adentrarse en la jornada inicial de su visita por Nueva York. Desde el Guadalupe, el barco con el que había zarpado del puerto de Cádiz 16 días antes, ya atisbó los rascacielos de la parte baja de la isla de Manhattan –“un manojo fantástico de espárragos”– que le cautivaron.

“Es una impresión de fuerza humana radiante y espléndida, en la que se mezcla la imposibilidad de hacer comparaciones (viniendo de Europa) y una sensación de belleza fría, geométrica, mecánica y esbelta... Deja el espíritu en un estado de viva curiosidad y, al mismo tiempo, un poco disminuido por tanta grandeza”.

Instalado en el observatorio del puente de la nave y entusiasmado por su periplo americano, ya manifiesta su ironía y su capacidad crítica a partir de eso que tanto hizo, “escribir sobre las cosas que he visto”. Cuenta que una mujer, a modo de guía, lee a un grupo de pasajeros un retazo del New York de Paul Morand, “los rascacielos, unos recuerdan templos del Sol y otros recuerdan la pirámide azteca de la Luna”.

Su comentario es airado. “¡Válgame Dios!, pienso, ¿de dónde ha sacado este señor semejantes tonterías?”. Él aporta otra descripción, materia en la que a lo largo de su extensísima obra demostró su dominio y maestría.

“Las verticales de Nueva York no son formas simbólicas ni mágicas, ni cósmicas, ni naturalísticas. Se encuentran, por contra, dentro de lo que pueda tener de más occidental la geometría. Las verticales de Nueva York son el anti Gaudí”.

Todas estas ideas le surgen cuando todavía no ha puesto los pies en tierra. De este viaje transatlántico surgió su Weekend (d’estiu) a Nova York (ediciones Destino). Un libro reeditado en 1999 que se puede leer como una guía –todavía muy actual, por sorprendente que parezca, en muchos aspectos– o como un tratado filosófico sobre la decadencia de Europa y su anverso americano. Incluso como una premonición de unos acontecimientos registrados casi medio siglo después de su aventura.

A cualquier lector se le hace presente la sombra de la tragedía del 11-S, hoy la Zona Cero, uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad por macabro que suene dicho así. “Yo no sé si Nueva York está preparado para un ataque de la aviación...”, afirma. Y persevera: “Aparentemente, Nueva York, y en general toda el área habitada del estuario del Hudson, presenta una dramática vulnerabilidad. Esta terrible sensación de peligro viene dada precisamente por las construcciones verticales. Uno queda literalmente horrorizado al pensar que uno de estos gigantes se pueda derrumbar. Y bien, en los últimos treinta años se registran las cifras más altas de actividad en esta clase de construcciones”.

Treinta años, los mismos que el pasado sábado, festividad de Sant Jordi y de la literatura, se cumplieron de la muerte de Pla, un hombre al que parecían obsesionarle los edificios altos, o “casas de nubes” para Ford Madox Ford. Tal vez se removió en la tumba aquel día de hace casi una década en la que las Torres Gemelas que él nunca vio en directo se vinieron abajo tras el impacto de sendos aviones comerciales.

Otras cosa que le sorprendería es ver que la presidencia de Estados Unidos la ostenta un ciudadano negro, llamado Barack Obama, hijo de una mujer blanca y un africano. Ahí situaba Pla la barrera de los problemas de convivencia racial en EE.UU.

“Mientras los negros estén en su sitio y los blancos en el suyo, perfectamente separados y diferentes, ustedes se deberán esperar sentados antes de que vean la producción de la catástrofe que el problema negro ha de provocar, según los profetas. El problema se podría empezar a producir el día que los blancos tengan la veleidad de mezclarse con los negros, de romper la separación, sobre todo el día que mezclen su sangre... Mientras haya separación se producirán pequeñas anéctodas insignificantes”.

Seguro que muchos se echan las manos a la cabeza al conocer esta opinión. Y más, una vez registrados los acontecimientos de finales de los años cincuenta y de los sesenta, con Rosa Parks, Martin Luther King, Malcom X y la lucha por los derechos civiles. Pero no faltarán estadounidenses, blancos o negros, que mantengan que, pese a los cambios legales, la sociedad sigue sustentada en dos mundos que conviven paralelos. Desde luego que Pla, al que le fascina la regulación del tráfico neoyorquino mediante luces (semáforos) y que se queda alucinado por la cantidad de coches que hay aparcados en las calles, no disimula su poco aprecio hacia los afroamericanos. Lo evidencia en su visita, de paso, al Harlem negro, del que asegura que no ha ido de noche y “no puedo dar ninguna referencia de las furias nocturnas de los negritos en éxtasis”.

Sostiene que sus manifestaciones folklóricas son obra de “pequeñas minorías”. Es una manera de despreciar al jazz, en su cuna y en su cénit, como desprecia en otras páginas el cine, la televisión o la Coca Cola. “Las grandes ciudades que apreciamos han de tener barrios como éste, al menos para que el turista tenga la ocasión de pasar una tarde o una noche diferentes. Al volver a su pueblo dice que también ha estado en Harlem, cosa que siempre hace efecto”. ¿No suena actual? Sólo cambie la tarde o la noche por las misas gospel organizadas de las mañanas dominicales.

Pero hay que volver al principio. En cuanto pisó el asfalto del nuevo continente, de entrada, su petición a los amigos que le hicieron de guía fue la de visitar el entonces edificio más alto del mundo. “Hemos de ver la geografía y lo mejor sería subir al Empire State Building para tener de la cuestión una idea global y genérica”. Pidió bajar del coche unas cuantas calles antes de llegar al destino, donde, como ahora, tuvo que hacer cola para comprar las entradas que franquean el acceso a la cumbre de 102 pisos. Quiso pasear “para ver alguna americana bonita, auténtica y concreta”.

En ese recorrido le asombra la abundancia de tiendas, de lo que extrae que ha de ser una ciudad “poblada de individualistas y liberales”. Entonces se plantea preguntas. “¿Por qué en Nueva York hay un número irrisorio de catalanes?, ¿por qué son tan escasos?... ¿Cómo es posible que esta ciudad de tiendas y comercios particulares y, por tanto, que tiene como característica el ansia de ascensión social, no haya tentado y atraído a los catalanes? Es inexplicable y, sobre todo, una lástima. Nueva York podría haber sido la tierra de promisión de la emigración catalana”.

Una vez que se hizo una idea de la ciudad, su trayecto se centró en la Grand Central Station, en Little Italy, donde va a comer a La Grotta Azzurra, aún existente. Del Metropolitan Opera House sólo vio la fachada al ser periodo de vacaciones. El famoso Met, considerado el mayor templo de la música lírica, estaba ubicado entonces en Broadway, entre las calles 39 y 40. En 1966 se mudó al nuevo Lincoln Center.

Es una de las cosas que cita y que ya no están. Uno de los más curiosos es el elevator, o tren elevado, que utiliza en el Lower East Village, incluido el Bowery. Ya avisa que tenía todos los números para su demolición. También vaticina la desaparición del que hay en el lado oeste. Acertó, aunque esta vía en altura se ha reconvertido en un parque.

Su estilo recuerda en ocasiones a Gay Talese, padre del periodismo literario, quién sostiene que Nueva York, en esencia, no ha cambiado. Pla no vio mendigos en el meollo más transitado de la Quinta Avenida, lugar que aparentemente ha perdido bastante de la elegancia que él le atribuye. Le emociona el Rockefeler, donde le desilusionan las pinturas de Sert. No le entusiasmó Central Park, uno de los enclaves más apreciados por los neoyorquinos. Dada su capacidad de observación, destaca que no haya alusiones a los fondistas. Se deduce que la fiebre por el ejercicio aún no existía.

Certifica que Times Square vive bajo el impacto del turismo, como hoy, después de la década peligrosa de los ochenta. Se rinde a la majestuosidad del museo Metropolitano y el románico catalán de los Cloisters, se adentra en el Greenwich Village, le entusiasma la parte vieja, la de Wall Street, y el puerto.

Da fe de la obsesión por las compras de los neoyorquinos y certifica que es una ciudad apasionante, de respuestas y no de preguntas. “He encontrado tantas cosas del norte de Europa que si se exceptúan los rascacielos, que hacen de Nueva York una pieza única, nada me ha causado sensación de desplazamiento a un país exótico y extraño”.

Cuenta que zarpó de regreso a los seis días (aunque en el libro se cita el 22 de agosto). Le despidió la luz de Coney Island.