El local es lo que se dice un local de barrio, pequeño y discreto, que difícilmente llamaría la atención si no fuera porque hay muchos que aún no se acostumbran a que en este país sea legal vender lo que vende: material para cultivar marihuana; semillas, aparatos para iluminar las plantas, insecticidas, sistemas de riego, macetas, literatura especializada. Está ubicado en un apacible tramo de la Travessera de Les Corts, en las fronteras de L’Hospitalet, y puede que nada hubiera alterado nunca su existencia tranquila si no es por el nombre que hace 10 años escogió el dueño para bautizarlo: La Huerta de Juan Valdés.
Valdés con ese, no con zeta como el colombiano, pero eso no ha sido óbice para que la Federación de Cafeteros de Colombia entienda que el nombre vulnera algo, algo suyo, e interponga una demanda, lo cual significa sencillamente el comienzo de una batalla de gigante contra enano. Antonio Romero, propietario de la tienda, recibió en marzo la notificación y puede que lo primero que se haya preguntado sea esto: por qué ahora. «Luego entendimos –dice–. Resulta que justo ahora están en plena estrategia de expansión, hace poco pusieron las primeras tiendas Juan Valdez en Madrid y ahora están a punto de llegar a Barcelona. Todo apunta a que probablemente hicieron un barrido general, para asegurarse, y encontraron nuestra web».
UNA AGENDA AGITADA / Las lucrativas tiendas aterrizaron hace ya algunos meses en la capital española, y aunque la Federación de Cafeteros asegura que la demanda no tiene nada, absolutamente nada que ver, lo cierto es que si en un buscador se escriben las palabras «tiendas», «Juan», «Valdez» y «España», uno de los primeros resultados conduce a la web de Romero. El portavoz de la federación sostiene que intentaron «solucionar la controversia amigablemente», y que la demanda fue una decisión obligada por la imposibilidad de llegar a una «solución extrajudicial»; esa solución, que Romero juzga inaceptable, se formula así de rápido: «Que cambie de nombre».
El conflicto es de momento el último en la agitada agenda judicial vinculada a la defensa de un nombre –de una marca– que la federación cuida con mimo, y cuyo capítulo más reciente, y más comentado en Colombia, es la demanda contra el caricaturista estadounidense Mike Peters por publicar una viñeta asociando el café colombiano y la delincuencia. «Nuestra misión es defender las marcas y la reputación del Café de Colombia en todos los lugares del mundo, e instar los procesos judiciales a que haya lugar después de agotar todas las posibilidades de cumplir nuestros objetivos por otros medios –explica el portavoz–. Tarde o temprano nuestro departamento de propiedad intelectual localiza casos que atentan contra el bienestar de nuestros productores y contra el buen nombre del café de Colombia en el mundo».
A Romero la demanda le indigna tanto que entre quedarse quieto esperando y hacer algo ha optado por lo segundo, y al argumento de la federación de que la tienda, el nombre y su actividad le hacen daño a la imagen no solo del café colombiano sino de todo un país, ha respondido con una contrademanda en la que afirma esto: que la marihuana es un producto medicinal y benéfico; que, por el contrario, el café tiene efectos perjudiciales sobre la salud, y que, sostiene, lo realmente razonable sería impedir la entrada de la marca Juan Valdez en España. El mundo al revés, tituló el artículo que publicó al respecto la revista colombiana Semana.
LLAMADAS / «Hay dos maneras de defenderse, y una de ellas es atacando», dice Romero, que en las últimas semanas ha recibido un aluvión de llamadas de medios colombianos interesados en entrevistarlo. En general, la tranquilidad del pequeño local de L’Hospitalet está alterada. Y eso que, dice Romero (en Colombia no le creen), el nombre lo escogió solo porque sonaba bien.
--------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario