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Los techos de Sert

Tras ver las pinturas de la catedral de Vic, un estanciero argentino encargó al artista barcelonés la decoración de un edificio emblemático. Hoy constituye una de sus obras menos conocidas.

ROSSEND CASANOVA - 07/09/2005
La Vanguardia

La coincidencia del IV centenario de la publicación del Quijote y la reciente inauguración de las nuevas instalaciones del Museu Nacional d´Art de Catalunya (MNAC) propicia comentar este trabajo, una de las obras más significativas y, a su vez, menos conocidas de Josep Maria Sert que, coincidentemente, tienen una interesante relación con Barcelona.

Para conocer los lazos que vinculan esta obra de Sert con la Ciudad Condal es preciso retroceder en el tiempo, concretamente un siglo. Por aquel entonces, la floreciente Buenos Aires veía levantar elegantes mansiones que se llenaron con abundantes obras de arte. En ese marco, en 1918, el barcelonés Josep Maria Sert realizó la serie de cuatro pinturas La comedia humana, encargadas por la familia Errázuriz Alvear para decorar su palacete, que se convirtió en uno de los epicentros elitistas de la ciudad. La compra de las obras de Sert llegó a oídos de lo más escogido de la sociedad bonaerense y es probable que fueran vistas por el doctor Pereda, un estanciero progresista y adinerado que, una década más tarde, también recurriría a Sert para embellecer su mansión. Pero a Pereda no le convenció lo que pudo ver en Buenos Aires, sino lo que vería en Europa años después.

La embajada de Brasil

Uno de los edificios más imponentes de la capital argentina y hoy en día sede de la embajada del Brasil es el palacio Pereda. Su origen se debe a Celedonio Pereda, un rico hacendado que en 1917 compró una gran parcela en la zona más selecta de la ciudad en la que hizo levantar un palacio de grandes dimensiones. El proyecto, obra de Julio Dormal, se inspiró por expreso deseo del propietario en el palacio Jacquemart-André de París, por aquellas fechas recién convertido en museo.

La voluntad de Pereda era emular al matrimonio Edouard André y Nélie Jacquemart, apasionados coleccionistas de arte que, entre los años 1869 y 1875, habían construido un edificio para alojar su vasta colección de obras de arte, que incluía piezas de Tiepolo, Fragonard, Boucher, Rembrandt, Van Dyck, Mantegna, Bellini y David, entre otros muchos. Además, habían encargado la decoración de los techos de varios salones a Pierre Victor Gallanda, pintor muy en boga durante aquel Segundo Imperio francés.

Medio siglo después, Pereda llevaría al extremo la réplica argentina del edificio parisino. Su palacio no sólo imitaría el modelo francés y se llenaría de obras de arte y antigüedades, sino que también tendría techos decorados, expresamente, por un artista de talla internacional. Fue durante un viaje a París, en 1926, que Pereda visitó la exposición que el Jeu de Paume dedicaba a las pinturas de Sert para la Catedral de Vic. Entusiasmado por lo que veía, Pereda se interesó por el artista barcelonés, quien le sugirió, antes de aceptar ningún encargo, conocer sus trabajos ya realizados para casas particulares, como la vecina Maison Wendel y la Sasoon House de Londres. La visita a ambas casas lo convenció definitivamente y encargó a Sert la decoración de cinco amplios salones para su palacio. El artista, que por aquel entonces vivía en la ciudad del Sena, trabajó sobre maqueta los espacios a decorar: el hall de entrada, la sala de visitas, la sala de música, el comedor familiar y el comedor para invitados. Tardó seis años. En 1932 finalizó el encargo y mandó las telas que representaban, respectivamente para cada salón, Los equilibristas, Diana cazadora, El agujero celeste, La tela de araña y El aseo de Don Quijote.

El aseo de Don Quijote

En general, las pinturas de los techos destacan por sus perspectivas, de gran efecto visual, que fugan hacia un cielo infinito, inagotable. Sobresale también el predominio del dorado y plateado que emergen entre pinceladas oscuras teñidas de carmín, sepia y gris. El efecto metálico es embriagador y se acentúa con los temas tratados y los movimientos de los personajes. Aparte del ritmo acelerado de los equilibristas, con sus cuerdas en tensión, o la complacencia de la diosa de la caza, entronizada bajo un baldaquín tropical, sobresale la pintura dedicada a Don Quijote, secándose las manos tras arreglarse la barba y el bigote.

Sentado sobre una baranda, con las piernas colgando, el hidalgo se encuentra rodeado por una multitud, entre la que aparecen doncellas con los utensilios propios del afeitado. Está representado feliz, sosteniendo en sus manos una toalla desde lo alto de una estructura de madera soportada por gruesas columnas barrocas. Los vestidos, de cierto diseño goyesco, completan la escena junto con una gran sombrilla oriental, aves exóticas, grandes plumajes y nubes borrascosas.

En ese comedor se celebraron muchos ágapes y fue un punto de encuentro de la alta sociedad bonaerense, hasta que el palacio Pereda fue vendido a la República Federal del Brasil. Ese cambio de propiedad, efectuado en 1945 (el año en que fallecía Sert), le ha asegurado su merecida preservación. La residencia del Embajador del Brasil en Argentina ha conservado el inmueble y su contenido, como lo ejemplifica la restauración de las pinturas, efectuada en 1989, que augura al conjunto una larga vida en el tejido patrimonial de la ciudad.

Los fondos del MNAC

La relación entre el palacio Pereda y Barcelona tiene su punto de encuentro en el MNAC. Por un lado, en los fondos del museo se conserva un óleo de El aseo de Don Quijote, un proyecto adquirido a los herederos del taller Sert en 1946. Por otro lado, un año antes, en 1945, se había inaugurado el Museo de Arte Moderno en el Parque de la Ciutadella, en el que se creó la Sala Sert, con hasta siete maquetas de sus obras, incluido el proyecto del palacio Pereda. Los años pasaron, el museo de la Ciutadella cerró y ahora algunas de aquellas piezas se exhiben de forma permanente en las colecciones del MNAC en Montjuïc. Coincidentemente, dos de ellas son las que convencieron a Pereda a encargar las decoraciones de su palacio a Sert: la maqueta de la Maison Wendel de París y los murales de la Sasoon House de Londres, estos últimos hoy en la Sala VIP del museo.

Se cierra así el triángulo Buenos Aires-Sert-Barcelona demostrando, una vez más, el carácter internacional de nuestro muralista más conocido y el gran pintor decorador de la modernidad de entreguerras. No en vano estas pinturas murales de la Embajada de Brasil se consideran uno de los mejores y más armónicos conjuntos de telas realizados por Sert para residencias particulares, y son parte inseparable de ese espacio arquitectónico.

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