Especial Bicentenario
El Espectador (Colombia)
De la Ilustración a la Junta SupremaLa independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa, la rebelión de los comuneros, la Expedición Botánica y el nacimiento del periodismo, antecedentes de una jornada histórica.
La Ilustración fue el primer paso en el camino que terminó en el grito de Independencia. El espíritu de libertad que se gestó en el siglo XVIII fue el ideal que cobró forma en la jornada del 20 de julio de 1810. Iba a llegar algún día porque el proceso fue creciendo hasta tomarse el mundo. La Enciclopedia, la declaración de soberanía de los Estados Unidos, la revolución francesa, las guerras de Napoleón Bonaparte, las transformaciones del mundo que necesariamente cambiaron la vida y las costumbres de los reyes de Europa y estremecieron a kilómetros de distancia a los virreinatos españoles que entraron en crisis. La época entonces fue el primer factor de fondo que animó el proceso histórico que condujo al Memorial de Agravios de Camilo Torres o a la Junta Suprema que se constituyó junto al acta de independencia. Las monarquías cedieron terreno a la democracia y la rebelión de los ciudadanos del mundo replicó en América.
El primer intento fue exterminado con escarnio. La revolución de los comuneros de 1781 en Santander que hizo de José Antonio Galán un héroe popular. Nadie olvidó como las capitulaciones se incumplieron y la rebelión fue ahogada en sangre. Lo vivió entre estremecida y admirada una nueva generación de criollos neogranadinos que dos años después, alrededor del sabio gaditano José Celestino Mutis, conformaron la empresa científica de la Expedición Botánica que desde la perspectiva intelectual, a partir de 1783 representó a una nueva pléyade de granadinos que a su modo avanzaban hacia la misma causa comunera: la separación de España. Francisco José de Caldas, Francisco Antonio Zea, Jorge Tadeo Lozano, Sinforoso Mutis, Miguel Pombo. Después vino el periodismo en 1791, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano que puso preso a Antonio Nariño en 1793, lo sueños de la independencia que poco a poco se ganaron a pulso.
Lo demás era esperar el momento: las indecisiones españolas entre el rey Carlos IV y su hijo Fernando VII, que le allanaron el camino a Napoleón para embarcarse en 1808 en su primera empresa perdida durante su paso triunfante por Europa: la ocupación de España. Aunque el rey que el emperador francés quiso dejar a la península ibérica fue su hermano José Bonaparte, nunca pudo Napoleón doblar la cerviz del pueblo español que lo encaró con guerra de guerrillas. Pero mientras la monarquía española recobraba su trono, las colonias de América no desaprovecharon. En Buenos Aires, Caracas, Quito, Méjico, Cali, Mompox, Cartagena, o Bogotá. El grito de independencia se regó como polvora. ¿Si ni siquiera el rey de España ejercía su corona a quién debían vasallaje? Aún así, la primera pugna de los patriotas fue establecer la distancia correcta con la monarquía en declive.
El día elegido fue el 20 de julio de 1810 como pudo ser otro. Todo era cuestión de que el proceso madurara. La generación del siglo de las luces en la Nueva Granada lo hizo posible y muchos anónimos ciudadanos contribuyeron. La Junta Suprema fue la victoria de un grupo social con poder económico que, enaltecido por el pueblo, concretó el momento histórico. Lo que vino después y se llamó Patria Boba, incide pero no cuenta en la trascendencia del primer grito. Pero el día del Florero de Llorente, del discurso oportuno de Acevedo y Gómez o del verbo de José María Carbonell, fue la culminación de un ciclo que demoró varias décadas. Desde hace 200 años lo rememora Colombia como el acto fundacional de la primera República, el día en que maduró el huerto de una libertad que se ganó con arrojo e inteligencia.
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